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La Piel del Tambor

Han pasado varios días.Mi jefe y yo no arreglamos la situación,sino que prácticamente se puso peor y él no hizo por llamarme ni nada similar.Entendí que le daba igual que yo dejara o no de ser encargada y que le importaba más bien poco como pudiera sentirme yo.

Así que cuando el viernes me tocó volver a trabajar,hice como si nada hubiera pasado,le hablé normal,pero por supuesto,con mi decisión firme de que se acabó hacerle más favores.Y en mitad de la noche empezó a comerme la cabeza con que la gente le daba la espalda,no le apoyaba y que tenía muchos problemas.

"Claro que tienes problemas",pensé."La gente no para de quejárseme de él y de las cosas que hace.Casi todo el mundo está esperando la mínima oportunidad para irse de allí y sinceramente,desde que estoy trabajando ahí,es la primera vez que pienso que se le va el negocio abajo.Y lo peor es que no se da cuenta.Sólo sabe quejarse y hacerse la víctima,como hizo conmigo para ver si yo me apiadaba y le hacía algún turno de encargada.

Pero no cedí.No esta vez.Y me siento rastrera y mala persona,a pesar de que todo el mundo me dice que hago bien.Pero la semana que viene no va a descansar ni un sólo día y me da de todo por dentro.Aunque se lo merezca.

A parte de eso,el sábado fui al cementerio,a arreglarle la tumba a mi papá.En el camino de vuelta,con Borja poniendo su mano en mi pierna,sabiendo como me sentía y queriendo transmitirme así que contaba con él,pensaba que es muy triste no crecer con un padre.Y en lo cruel que a veces es la vida,que no te da la suficiente lucidez para darte cuenta de cuanto necesitas a alguien,hasta que lo has perdido.

A la noche,vimos Que vida más triste en el ordenador.Yo me dormí y me fui a la cama,dejándome caer en un sopor cómodo y cuando desperté,sentí a Borja,que se metía en la cama y se abrazaba a mí y me besaba la espalda.Y es que a veces,la vida también te regala momentos así.

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